Tac, tac, soy septiembre y estoy llamando a la puerta del colegio Santa Rita para
ver y vivir la aventura de comenzar un nuevo curso. Sí, sí, abro gozosamente las
puertas y también las ventanas, y sobre todo, las puertas del corazón para acoger a
nuestros alumnos que ya se les oye reír, gritar, correr y pregonar jubilosos que el nuevo
curso ha comenzado porque EL AMOR CRECE CUANDO SE REPARTE.Y de
AMOR, que hace nuevas todas las cosas, se estrena este curso.
Amor para acogernos, para empatizar, para perdonarnos.
Amor para crear e innovar, para estimular y acompañar.
Amor para crear lazos y deshacer nudos, para crear familia y sentido de
pertenencia.
Amor para transformar los problemas en oportunidades.
Amor para dejar huellas que guíen muchos pasos, levanten muchos ánimos
caídos y abran muchas ventanas a la vida.
Amor para gastarse por nuestros alumnos como proceso de liberación, de
paciencia, de dar vida y de dar la vida.
Amor para construir espacios de amistad, de comunidad, de equipo, porque
sumando somos más.
Amor para cuidar nuestra casa común con un consumo responsable y solidario.
Amor para que nuestra tarea educativa sea siempre de servicio. “Solo preside
quien sirve” (S. Agustín).
Amor para levantar los ojos al Amor cada día y decir: Padre dame ojos
para ver lo mejor de mis alumnos, un corazón que perdone los errores, una
mente que enfoque miradasa todos los vientos y mareas y una fe
inquebrantable en Ti que ayude a coser todos los rotos y descosidos de mi
escuela que, se llama Santa Rita.
Cada curso, igual que la vida, es una aventura que apasiona, estremece,
sobrecoge porque somos maestros con vocación que implica la vida, para dar más
vida y hacer que EL AMOR CREZCA en nuestras aulas y patios, en nuestras
reuniones y claustros, en nuestras salidas y encuentros.
Este es el humus que va a envolver el nuevo curso 2.019/2.020 y… ¡Lo vamos a
vivir a tope!